La sombra de la muerte
Por Alejandro Cabranes Rubio
Habría que remontarse hasta 1993 para encontrar una muerte que haya causado tal impacto en Hollywood. En aquella ocasión se trataba de River Phoenix. Las circunstancias de la muerte de Heath Ledger no han sido aclaradas del todo, y son objeto de carnaza sensacionalista. Es muy probable que sin Brokeback Mountain la repercusión hubiese sido menor, por mucho que en la misma semana haya aparecido muerto otro actor en su apartamento, Brad Renfro.
Nunca he compartido ese gran entusiasmo hacia Brokeback Mountain (de Ang Lee me gusta más La tormenta de hielo), que tenía el defecto de prolongar un cuento bonito a base de obviedades. Cuando se presentó en Venecia, Carlos Boyero descubrió su desconocimiento previo sobre el intérprete, que le había impresionado por su mirada instrospectiva. Aunque particularmente me guste más la composición de Jake Gyllenhaal (porque saber matizar mejor el paso del tiempo en el personaje), debo reconocer que hay dos imágenes -extraidas literalmente de las páginas de Annie Proux- que Ledger dejó a la posteridad: el abrazo por la espalda de Ennis del Mar a Jack -único instante que se podía permitir mostrar su afecto-, y su visita a la casa de su amante fallecido y en la que encontraba una camisa que éste le había robado.
Cierto que la sensibilidad demostrada en esas escenas hicierao de Heath Ledger "el actor revelación del año", pero a mi -y les juro que no es por presumir- no me pilló desprevenido. Había visto en alquiler la nefasta El patriota y sin entusiasmarme su composición comprendí que Ledger iba a ser un actor que iba a hacerse un hueco en Hollywood. Su papel de hijo muerto en la guerra de independencia lo repetió en Monster Ball. En esta ocasión, con ese papel que en principio iba a desarrollar Wes Bentley, sí recuerdo muy bien sus escenas. Su encuentro con la misma prostituta que "atendía" a su padre. Su vomitona en el corredor de la muerte. Su posterior disparo mortal. En Las cuatro plumas (que a pesar de sus irregularidades se deja ver más gratamente de lo que muchos aseguran) era Bentley quien fenecía mientras Ledger recobraba su dignidad. Después vinieron divertimentos, quizás no satisfactorios pero también menos despreciables de lo que se comentó en su momento, como El secreto de los hermanos Grimm y un Cassanova que no figura a la misma altura de los mejores de su director (Lasse Hallström) pero al menos filmada con gusto, pese a su acomodaticia estructura narrativa. Y llegamos a Brokeback Mountain. De ahí a los Oscar. Todavía no hemos visto su trabajo del Joker. Pero lo cierto es que la presencia de la muerte fue recurrente en su propia filmografía personal. Toda una (macabra) premonición que pone fin a una carrera prometedora en la que dos gestos le harán entrar en la historia de Hollywood. Por mi parte no buscaré una prenda suya en mi armario, pero sí que me animaré a revisar en dvd/VHS alguno de sus trabajos.
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