Autor: Tomás Fernández Valentí
Para muchos espectadores actuales David Lean era un director que se caracterizaba por su sentido del espectáculo y de la épica; tópico lamentable que condena al autor de la incomparable Pasaje a la India (Passage to India, 1984) a poco menos que un notable paisajista de escenarios naturales.
Esta concepción tan pobre de su filmografía debe ser olvidada. A ello debe contribuir el libro de Ramón Moreno Cantero, publicado en Cátedra, y la reciente aportación del siempre entretenido y riguroso Tomás Fernández Valentí, David Lean: la emoción y el espectáculo. El resultado es admirable: ni más ni menos que un volumen que desentraña todas las claves teóricas de su cine (cf. el símbolo del tren como progreso, afinidad a unos personajes que generalmente logran sus objetivos a costa de ciertas pérdidas; un impresionante sentido de la dirección de actores, un interesante modelo de montaje que ha influido notablemente en directores como Martin Scorsese), sin renunciar a un amplio y bien documentado estudio sobre su formación. Todo ello redondeado con un rico análisis fílmico de cada película y una suculenta colección de anécdotas que perfilan la personalidad de Lean.
Tan estimulante obra atesora claridad expositiva y profundidad (sin recurrir en el lenguaje enladrillado del, por otra parte, recomendable libro de Moreno Cantero), subjetivismo militante, una soberbia iconografía, y un buen baño de ironía y de sentido del humor. Un libro de una riqueza conceptual fuera de toda duda, con una ilimitada capacidad para minar todos los tópicos de la cinefilia, escrito desde la admiración y el entusiasmo y no desde la devoción, pródigo en referencias literarias; magníficamente estructurado, convincente en sus razonamientos y sagaz en sus observaciones.
...Virtudes que quedan enriquecidas con dosis ideológicas insertadas esporádicamente y sin afán de sentar cátedra. Un trabajo con una propuesta teórica de gran alcance sobre lo que debería ser la crítica cinematográfica: algo con la facultad de despertar emociones y que debe ejercerse con profesionalidad y humildad, con miras anchas y sin solemnidad.
En definitiva, David Lean: la emoción y el espectáculo es una vivificante demostración de la sugerente concepción del cine de Valentí, de su capacidad para exaltar su criterio propio con las armas de la razón y la opinión sin perder el respeto a nadie; de su demostrada entereza para escribir sin el miedo al qué dirán, haciendo gala de una insobornable ética profesional, y lo que es mejor aún, de su propia personalidad.
Por ello, en tiempos tan proclives a escribir desde los lugares comunes y el exaltamiento sin matiz, esta obra de madurez, escrita con un cariño y una dedicación muy palpables, no debería pasar por alto en medio de tantos libros sin sustancia que llenan las estanterías de los grandes almacenes en la sección de cine. Mi más absoluta recomendación. Alejandro Cabranes Rubio