POR ALEJANDRO CABRANES RUBIO
El 27 de mayo hubo elecciones a la alcaldía y comunidad de Madrid. Felicidades a los ganadores, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón. Felicidades por tratar los temas de corrupción como si fuesen en realidad asuntos de indudable intimidad. Felicidades por inaugurar obras monumentales a sólo dos meses antes de los comicios, retomando elementos comunes a la pornografía electoral de todos los partidos. Felicidades por haber ganado a la primera, sin necesidad que alguien sobornase –a saber quién- a miembros de otros partidos. Felicidades por hipotecar una ciudad durante un largo tiempo. Felicidades por gastar dinero en espectáculos levantados sobre agua. Felicidades por descalificar la sanidad pública y acorralar a la educación no privada. Felicidades por hacer la vista gorda –como mínimo- ante la retirada de una ley que protegía a un teatro que merecería ser declarado bien público. Felicidades por hacer olvidar los descontentos a base de la celebración conciertos –cuya mera existencia han permitido pagar fianzas millonarias a presidiarias- cuyo sonido ha apagado los gritos que en su día se lanzaron contra la manipulación de la información del mayor atentado político de la historia del país. Felicidades por tratar aquellos comicios del 2004 como una injusticia histórica enmendada. Felicidades por meter miedo ante una posible redefinición entre las relaciones entre el gobierno central y las autonomías. Felicidades por basar una campaña en el terror. Felicidades por haber instruido a sus apoderados e interventores como si fuesen aves de rapiña cuyo soberbio vuelo hizo más desagradable aún la jornada. Felicidades por apelar a la confianza de los electores, sin causar la reacción indignada de aquellos que la perdieron en ellos en 2004. Mi más absoluta enhorabuena; más sobre todo por habérselas apañado para anular la representación de la tercera fuerza política…
Pero no son los únicos. Felicidades al PSOE por permitir que un candidato puesto en cuestión se presentase a la Comunidad. Felicidades por no realizar los cálculos en materia terrorista. Felicidades por sus titubeos. Felicidades por no haber sabido hacer frente a las acusaciones, cortándolas de raíz. Felicidades por la impresión –tal vez errónea- de improvisación que transmiten algunos parajes de la legislatura. Felicidades por no haber logrado la comprensión en un electorado de sus iniciativas en política territorial. También mi enhorabuena. Felicidades a IU por subir escaños, aunque sea a base de intentar apartar del poder a su candidata más conocida y apreciada.
El 27 de mayo hubo elecciones a la alcaldía y comunidad de Madrid. Felicidades a los ganadores, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón. Felicidades por tratar los temas de corrupción como si fuesen en realidad asuntos de indudable intimidad. Felicidades por inaugurar obras monumentales a sólo dos meses antes de los comicios, retomando elementos comunes a la pornografía electoral de todos los partidos. Felicidades por haber ganado a la primera, sin necesidad que alguien sobornase –a saber quién- a miembros de otros partidos. Felicidades por hipotecar una ciudad durante un largo tiempo. Felicidades por gastar dinero en espectáculos levantados sobre agua. Felicidades por descalificar la sanidad pública y acorralar a la educación no privada. Felicidades por hacer la vista gorda –como mínimo- ante la retirada de una ley que protegía a un teatro que merecería ser declarado bien público. Felicidades por hacer olvidar los descontentos a base de la celebración conciertos –cuya mera existencia han permitido pagar fianzas millonarias a presidiarias- cuyo sonido ha apagado los gritos que en su día se lanzaron contra la manipulación de la información del mayor atentado político de la historia del país. Felicidades por tratar aquellos comicios del 2004 como una injusticia histórica enmendada. Felicidades por meter miedo ante una posible redefinición entre las relaciones entre el gobierno central y las autonomías. Felicidades por basar una campaña en el terror. Felicidades por haber instruido a sus apoderados e interventores como si fuesen aves de rapiña cuyo soberbio vuelo hizo más desagradable aún la jornada. Felicidades por apelar a la confianza de los electores, sin causar la reacción indignada de aquellos que la perdieron en ellos en 2004. Mi más absoluta enhorabuena; más sobre todo por habérselas apañado para anular la representación de la tercera fuerza política…
Pero no son los únicos. Felicidades al PSOE por permitir que un candidato puesto en cuestión se presentase a la Comunidad. Felicidades por no realizar los cálculos en materia terrorista. Felicidades por sus titubeos. Felicidades por no haber sabido hacer frente a las acusaciones, cortándolas de raíz. Felicidades por la impresión –tal vez errónea- de improvisación que transmiten algunos parajes de la legislatura. Felicidades por no haber logrado la comprensión en un electorado de sus iniciativas en política territorial. También mi enhorabuena. Felicidades a IU por subir escaños, aunque sea a base de intentar apartar del poder a su candidata más conocida y apreciada.
Felicidades a la ciudadanía por votar en conciencia con su olvido. Felicidades a todos los dirigentes políticos por haber eludido el tema Albéniz. Felicidades por su comportamiento impasible ante la especulación, los negocios familiares, el desahucio de las instituciones públicas. Felicidades por su comportamiento acrítico. Felicidades por quedarse en casa, propiciando una mayor extrapolación de resultados electorales. El 27 de mayo no estuvieron allí. Las urnas hablaron y con sus palabras nos retrataron a todos los que estábamos convocados. Lo hemos conseguido todos juntos. Felicidades.
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