Por Alejandro Cabranes Rubio
Chema León, actor licenciado en la RESAD, el año pasado formó parte del elenco de Salomé, estrenada en el Teatro Albeniz. Desde entonces su popularidad ha incremento debido a su interpretación de Amador de Suances, el hijo de un empresario, en Amar en tiempos revueltos. Trabajo que ha combinado con la gira de Así es (así os parece), adaptación de Luigi Pirandello a cargo de Miguel Narros, que ha cosechado cinco candidaturas a los premios de la Unión de Actores. Y aún ha tenido tiempo para sacar adelante la fundación el Teatro de las Fuentes, en el cual aúna ecologismo y arte. De esa manera no sorprende en absoluto que en tales circunstancias esta entrevista se haya visto aplazada varias veces… Hasta hoy.
-Así es (si así os parece) fue escrita en 1917, un año en el que se produjeron varias fracturas en la sociedad occidental. ¿Cree que la obra se contagia de ese espíritu?
Chema León: Por supuesto. Una función que refleja claramente la sociedad de entonces. Es una sociedad fragmentada y Pirandello hace una crítica brutal a esa superficialidad que se está moviendo en torno a una alta burguesía, que luego tuvo mucho que ver con los movimientos xenófobos en la primera mitad del siglo. Está reflejado el principio de la intolerancia de una manera casi bufonesca.
-¿Se pueden hacer paralelismos con el presente, relativamente?
C.L.: Existe en el presente la xenofobia y la infravaloración a un tipo de personas por ser diferentes. Pero hoy en día está más disfrazado. La época de Pirandello era muy extrema porque en ella se ha matado por ser de otra manera. En la actualidad, la prensa rosa entra en la intimidad de las personas, y quiere proyectar sobre nosotros un tipo de vida idílica, sobre la fama... Yo pienso que estamos de viaje de vuelta después de un viaje de ida. Después de los campos de concentración y de las guerras que se han vivido… En el viaje de vuelta se esconde todo eso, pero hay cosas que siguen vigentes…
-Parece una sociedad deformada. Algo que llama la atención poderosamente en la puesta en escena es que las composiciones en el tabloide están concebidas de manera asimétrica, los personajes se empujan entre sí, y sus imágenes quedan deformadas en el espejo. La primera vez que se ve al personaje que interpreta, el señor Ponza, es a través de su sombrero reflejado en la parte superior de un panel. ¿Qué representa esa imagen?
C.L: El tema del sombrero es una consecuencia estética de mi forma de vestir. Lo que podemos hablar aquí es del mundo de las sombras. Las sombras son la expresión de lo desconocido, de lo misterioso. Miguel Narros tenía esa idea muy clara desde el principio. La representación de las sombras se relaciona con momentos muy puntuales en los que va a suceder algo. Una vez vuelve aparecer la sombra porque se está diciendo al público que nosotros nos quemados todos hundidos y no nos vamos a mostrar; aunque sea nuestra propia decisión. La sombra quizás le dice al público “no, no lo vais a saber”… El misterio forma una parte fundamental de la personalidad de los personajes.
-De hecho la puesta en escena al basarse en las sombras, las deformaciones y la asimetría cuestiona el concepto de la realidad; y cómo ésta sólo se puede reconstruir a través de la parcialidad de la mirada.
C.L.: De alguna manera es la línea trasversal de la función. La parcialidad de la mirada implica la verdad. Es la reflexión fundamental de la obra es que todo depende del punto de vista de donde se mire, y de cómo se trata de imponer el nuestro sobre el de los demás. Es una presunción. Es creerse un poco por encima del otro. Es la base filosófica de la función.
-¿Cómo definiría al Señor Ponza, el personaje que interpreta?
C.L.: El señor Ponza es un ser con una gran sensibilidad, y que se pone agresivo cuando se la “tocan” esa sensibilidad.
Chema León, actor licenciado en la RESAD, el año pasado formó parte del elenco de Salomé, estrenada en el Teatro Albeniz. Desde entonces su popularidad ha incremento debido a su interpretación de Amador de Suances, el hijo de un empresario, en Amar en tiempos revueltos. Trabajo que ha combinado con la gira de Así es (así os parece), adaptación de Luigi Pirandello a cargo de Miguel Narros, que ha cosechado cinco candidaturas a los premios de la Unión de Actores. Y aún ha tenido tiempo para sacar adelante la fundación el Teatro de las Fuentes, en el cual aúna ecologismo y arte. De esa manera no sorprende en absoluto que en tales circunstancias esta entrevista se haya visto aplazada varias veces… Hasta hoy.
-Así es (si así os parece) fue escrita en 1917, un año en el que se produjeron varias fracturas en la sociedad occidental. ¿Cree que la obra se contagia de ese espíritu?
Chema León: Por supuesto. Una función que refleja claramente la sociedad de entonces. Es una sociedad fragmentada y Pirandello hace una crítica brutal a esa superficialidad que se está moviendo en torno a una alta burguesía, que luego tuvo mucho que ver con los movimientos xenófobos en la primera mitad del siglo. Está reflejado el principio de la intolerancia de una manera casi bufonesca.
-¿Se pueden hacer paralelismos con el presente, relativamente?
C.L.: Existe en el presente la xenofobia y la infravaloración a un tipo de personas por ser diferentes. Pero hoy en día está más disfrazado. La época de Pirandello era muy extrema porque en ella se ha matado por ser de otra manera. En la actualidad, la prensa rosa entra en la intimidad de las personas, y quiere proyectar sobre nosotros un tipo de vida idílica, sobre la fama... Yo pienso que estamos de viaje de vuelta después de un viaje de ida. Después de los campos de concentración y de las guerras que se han vivido… En el viaje de vuelta se esconde todo eso, pero hay cosas que siguen vigentes…
-Parece una sociedad deformada. Algo que llama la atención poderosamente en la puesta en escena es que las composiciones en el tabloide están concebidas de manera asimétrica, los personajes se empujan entre sí, y sus imágenes quedan deformadas en el espejo. La primera vez que se ve al personaje que interpreta, el señor Ponza, es a través de su sombrero reflejado en la parte superior de un panel. ¿Qué representa esa imagen?
C.L: El tema del sombrero es una consecuencia estética de mi forma de vestir. Lo que podemos hablar aquí es del mundo de las sombras. Las sombras son la expresión de lo desconocido, de lo misterioso. Miguel Narros tenía esa idea muy clara desde el principio. La representación de las sombras se relaciona con momentos muy puntuales en los que va a suceder algo. Una vez vuelve aparecer la sombra porque se está diciendo al público que nosotros nos quemados todos hundidos y no nos vamos a mostrar; aunque sea nuestra propia decisión. La sombra quizás le dice al público “no, no lo vais a saber”… El misterio forma una parte fundamental de la personalidad de los personajes.
-De hecho la puesta en escena al basarse en las sombras, las deformaciones y la asimetría cuestiona el concepto de la realidad; y cómo ésta sólo se puede reconstruir a través de la parcialidad de la mirada.
C.L.: De alguna manera es la línea trasversal de la función. La parcialidad de la mirada implica la verdad. Es la reflexión fundamental de la obra es que todo depende del punto de vista de donde se mire, y de cómo se trata de imponer el nuestro sobre el de los demás. Es una presunción. Es creerse un poco por encima del otro. Es la base filosófica de la función.
-¿Cómo definiría al Señor Ponza, el personaje que interpreta?
C.L.: El señor Ponza es un ser con una gran sensibilidad, y que se pone agresivo cuando se la “tocan” esa sensibilidad.
-Ahora pasamos del Señor Ponza, que protege a su mujer, a otro que es lo contrario, Amador de Suances de Amar en tiempos revueltos, un ser con una carencia afectiva, pero a su vez muy déspota.
C.L.: Tiene una fuerza dramática muy divertida.
-¿Paloma –papel defendido por Ana Otero- puede ser la madre que no tuvo?
C.L.: (Ríe). Puede ser. Puede ser. Uno de los problemas de Amador es que necesita un referente materno. Ahora no se va a emitir, pero mi mujer (Clarisa: Alejandra Llorente) me va abandonar; Amador tiene una nueva amante de Valencia, una joven analfabeta. Amador necesita una figura materna, pero su carácter es caprichoso. Es un niño caprichoso, pero no retorcido. No puede vivir sin el sexo femenino.
-Dos cuestiones para finalizar. El año pasado estrenó en Albeniz Salomé. ¿Podría pronunciarse sobre la deriva de los acontecimientos que ha tenido lugar en relación al local?
C.L.: Creo que el Caso Albeniz encierra un trasfondo más turbio de lo que sabemos a primera vista. Hay una especulación absolutamente ilícita. Es muy triste. Yo reconozco que el Albeniz como teatro tiene carencias. Pero es un símbolo cultural en Madrid y no merece que se derrumbe. Que se esté especulando para hacer un centro comercial; y que cuando una parte de la cultura se pronuncia, la política reacciona y esconde el tema, y se habla de una participación privada para construir un pequeño teatro, en el fondo lo único que se hace es dar tiempo. Es muy peligroso que esto se diluya. Este problema no se puede dejar de lado porque se está tratando que esto se diluya para las próximas elecciones. Si vuelve a ganar la derecha, lo que va a pasar es que se va a adjudicar el proyecto del centro comercial. Es un momento muy importante. Yo animaría a protestar. Ahora es cuando más daño se puede hacer. Hay que armar barullo. Hay que animar a la gente para que siga peleando por esto. Con manifestaciones.
-Frente a un teatro que puede morir, tenemos un teatro que nace: tu fundación. ¿Puede hablar de ello?
C.L.: La fundación de las fuentes reivindica el teatro “físico” (tampoco me gusta mucho diferenciarlo del otro). Con directrices de trabajo espiritual. Se intenta impulsar el trabajo de voz, musical, la sinfonía y ese tipo de cosas… No podía esperar a que hiciera un proyecto como este. Es un centro para rehabilitar. Hay distintos proyectos, entre ellos uno contra los incendios en los bosques. Tiene una subvención de una caja. Vamos a tirarnos todo el verano con teatro social, que defienda la ecología, y que sea experimental. Para mi es mi sueño y donde pongo todo de mi mismo.
ASÍ ES (SI ASI OS PARECE)
Deformaciones de una comunidad escindida
Deformaciones de una comunidad escindida
Por Alejandro Cabranes Rubio
Cuando en 1917 estalló la Revolución Rusa y el aparato del poder decidió apartarse de la guerra, el gobierno de George Clemenceau provocó un incidente diplomático con su antiguo aliado a raíz de la retirada de las tropas rusas. Al mismo tiempo las unidades francesas se sublevaban. En España mientras las juntas militares eran legalizadas por Dato, la huelga sindical de Barcelona era aplastada. En Alemania, en las postrimerías de la contienda, el Kaiser abandonaba el país sumiéndolo en una lucha interna que se saldaría con el asesinato de políticos como Rosa Luxemburgo. El fin de los imperios centro-europeos, la desconfianza hacia el estado moderno, la construcción de una paz impuesta e ideada desde el revanchismo, daban paso a una nueva era en la que se proclamaba la libre determinación de los pueblos al mismo tiempo que en el Tratado de Sykes-Picot se establecía el sistema de mandatos en las colonias. Los nacionalismos asentados gracias a la obra de hombres como Bismarck y Ranke se adentraban en el reverso de su propio sueño, una pesadilla sangrienta que ellos mismos habían alimentado, y cuyos efectos sociales cultivaron la semilla del fascismo. El desprecio a la ciencia exacta que tantas vidas había sesgado y a una historiografía que había justificado el nacimiento de los estados destructores se abría paso entre las ruinas de una comunidad escindida cuyo futuro resultaba imposible encarar por la ausencia de una verdad tangible, de una estabilidad política. En esta coyuntura internacional Luigi Pirandello redactaba su obra de teatro Así es (si así os parece) en torno a los miembros de una ciudad expectantes por resolver el misterio que envuelve a un miembro del gobierno (el Señor Ponza) y a su suegra (la Señora Frola), cuyos hábitos vitales los dejan atónitos.
En 2006 el director Miguel Narros dirige una nueva representación en el Teatro Valle-Inclán en un momento en el cual el fanatismo de los dirigentes mundiales (ya fuesen Bush o Bin Landen) han expresado la incertidumbre, las brechas que ha dejado la herencia del siglo XX en forma de masacres en Irak, Nueva York, Londres, Madrid, Bagdad o La India… Como entonces, un mundo se descomponía y en consecuencia la puesta en escena translucía su fricción. Así es (si así os parece) nos muestra a unos personajes que se empujan y tapan los unos a los otros, se humillan; sienten la necesidad imperiosa de trasladarse en círculos de un lado a otro. Una escenografía siempre asimétrica en la distribución de los actores en la tabla los ahoga en su propio espacio vital, y proyecta sus exasperadas figuras en espejos deformados cuyos reflejos evidencian la variabilidad de las percepciones ante un mismo cuerpo, hecho, realidad… Los focos en el escenario se contagian de esa inquietud y las luces como los propios personajes viajan de un lado a otro guiadas por el mismo desconcierto que sufren los personajes. De ellos únicamente Lamberto (Rubén Ochiandiano) vaticina el resultado de la investigación al enfrentarse al espejo: sólo en la parcialidad de las miradas se puede construir una percepción certera de aquello que nos rodea.
Cuando en 1917 estalló la Revolución Rusa y el aparato del poder decidió apartarse de la guerra, el gobierno de George Clemenceau provocó un incidente diplomático con su antiguo aliado a raíz de la retirada de las tropas rusas. Al mismo tiempo las unidades francesas se sublevaban. En España mientras las juntas militares eran legalizadas por Dato, la huelga sindical de Barcelona era aplastada. En Alemania, en las postrimerías de la contienda, el Kaiser abandonaba el país sumiéndolo en una lucha interna que se saldaría con el asesinato de políticos como Rosa Luxemburgo. El fin de los imperios centro-europeos, la desconfianza hacia el estado moderno, la construcción de una paz impuesta e ideada desde el revanchismo, daban paso a una nueva era en la que se proclamaba la libre determinación de los pueblos al mismo tiempo que en el Tratado de Sykes-Picot se establecía el sistema de mandatos en las colonias. Los nacionalismos asentados gracias a la obra de hombres como Bismarck y Ranke se adentraban en el reverso de su propio sueño, una pesadilla sangrienta que ellos mismos habían alimentado, y cuyos efectos sociales cultivaron la semilla del fascismo. El desprecio a la ciencia exacta que tantas vidas había sesgado y a una historiografía que había justificado el nacimiento de los estados destructores se abría paso entre las ruinas de una comunidad escindida cuyo futuro resultaba imposible encarar por la ausencia de una verdad tangible, de una estabilidad política. En esta coyuntura internacional Luigi Pirandello redactaba su obra de teatro Así es (si así os parece) en torno a los miembros de una ciudad expectantes por resolver el misterio que envuelve a un miembro del gobierno (el Señor Ponza) y a su suegra (la Señora Frola), cuyos hábitos vitales los dejan atónitos.
En 2006 el director Miguel Narros dirige una nueva representación en el Teatro Valle-Inclán en un momento en el cual el fanatismo de los dirigentes mundiales (ya fuesen Bush o Bin Landen) han expresado la incertidumbre, las brechas que ha dejado la herencia del siglo XX en forma de masacres en Irak, Nueva York, Londres, Madrid, Bagdad o La India… Como entonces, un mundo se descomponía y en consecuencia la puesta en escena translucía su fricción. Así es (si así os parece) nos muestra a unos personajes que se empujan y tapan los unos a los otros, se humillan; sienten la necesidad imperiosa de trasladarse en círculos de un lado a otro. Una escenografía siempre asimétrica en la distribución de los actores en la tabla los ahoga en su propio espacio vital, y proyecta sus exasperadas figuras en espejos deformados cuyos reflejos evidencian la variabilidad de las percepciones ante un mismo cuerpo, hecho, realidad… Los focos en el escenario se contagian de esa inquietud y las luces como los propios personajes viajan de un lado a otro guiadas por el mismo desconcierto que sufren los personajes. De ellos únicamente Lamberto (Rubén Ochiandiano) vaticina el resultado de la investigación al enfrentarse al espejo: sólo en la parcialidad de las miradas se puede construir una percepción certera de aquello que nos rodea.
La tesis defendida y su puesta en escena demandan una interpretación no naturalista. Rubén Ochiandiano debe expresar la lucidez de un personaje cuya risa perenne se erige en la carcajada incrédula ante la mediocridad de la existencia. Julieta Serrano y Chema León se responsabilizan de los papeles más poliédricos, exigiendo de ellos calma, desconfianza y la locura de una sociedad cuya esquizofrenia no tardaría en manifestarse en la II Guerra Mundial. Ana Arias escenifica su candidez, su infantilismo. A su alrededor Maru Valdivieso, David Sánchez, Arantxa Aranguren, Marina Durante, Fidel Almansa, Luis Luque, Juanjo Cucalón, Paco Blázquez y Luis Garbayo su convulsión ante la ausencia de lo tangible, y que descompone todos aquellos valores en los que creían. De esta manera Así es (si así os parece) es a su vez la escenografía de incidentes diplomáticos causados por la retención de prisioneros, del estallido del sindicalismo en nuestra modernidad, del abandono de una figura que lleve las riendas de un país; de la alucinación de una era a punto de su propia inmolación. En fin, la búsqueda insatisfactoria de una verdad que se niega a hacer acto de presencia dejándonos a las puertas del vacío… De la nada
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