Por Alejandro Cabranes Rubio
Agustín Galiana, a quien podemos ver cada mañana en el programa infantil El mundo mágico de Brunelesky, nos invita a ver el trailer de dos cortometrajes ambientados en la Guerra Civil, entre ellos El Embaucador. Trabajos que se verá de manera inminente mientras el actor espera volver a tener la misma suerte cuando fichó para un papel fijo en la serie Círculo rojo. Y lo hace compaginando los preparando una obra de teatro con su compromiso con la fundación Fundacion Yehudi Menuhin en la que ha “creado” una olimpiada cívica cuyos participantes no son otros que a un grupo de niños a los que enseña interpretación y danza. En este momento adecuado para reflexionar sobre lo que ya ha andado desde el presente, Agustín me recibe amistosamente en las inmediaciones de El Retiro, y empieza a hablar sobre sus primeros pasos a lo largo de una conversación que se puede considerar una mezcla del trato personal entre ambas partes y de un intento de distanciamiento mutuo para tal ocasión.
Agustín Galiana, a quien podemos ver cada mañana en el programa infantil El mundo mágico de Brunelesky, nos invita a ver el trailer de dos cortometrajes ambientados en la Guerra Civil, entre ellos El Embaucador. Trabajos que se verá de manera inminente mientras el actor espera volver a tener la misma suerte cuando fichó para un papel fijo en la serie Círculo rojo. Y lo hace compaginando los preparando una obra de teatro con su compromiso con la fundación Fundacion Yehudi Menuhin en la que ha “creado” una olimpiada cívica cuyos participantes no son otros que a un grupo de niños a los que enseña interpretación y danza. En este momento adecuado para reflexionar sobre lo que ya ha andado desde el presente, Agustín me recibe amistosamente en las inmediaciones de El Retiro, y empieza a hablar sobre sus primeros pasos a lo largo de una conversación que se puede considerar una mezcla del trato personal entre ambas partes y de un intento de distanciamiento mutuo para tal ocasión.
(Por problemas técnicos se perdió una pequeña parte de la entrevista. Dado el escaso tiempo de Agustín para poder sentarse se pospone su publicación: es más importante que Agustín prepare bien su trabajo con los chavales. Esta pérdida se subsanará cuando buenamente se pueda, pero se hará).
¿Cree que La katarsis del Tomatazo –espectáculo que se basa en la improvisación del actor ante un público que le puede arrojar tomates- es un buen método de entrenamiento?; ¿qué expieriencia guarda de allí?
A.G.: La katarsis del tomatazo es un espacio en el que el actor que nunca se haya subido a unas tablas pueda experimentar, y saber lo que es estar en un espectáculo. Aprende a colaborar, ayudar. Te ayuda a estar con otros, a convivir: a conocerte a ti mismo en un espacio como ese. Es un espacio para la creatividad. Lo bueno que tiene La katarsis es la libertad que te dan desde la dirección para que tu prepares lo que a ti te parezca.
Ha trabajado en la obra de teatro de “Brunelesky y los cumpleaños olvidados”. ¿Qué tipo de valores se promueven en esa clase de espectáculos?, ¿hay una buena oferta de teatro infantil?
A.G.: La oferta de ahora es bastante masiva para infantil. Igual hace un año y medio, cuando hicimos Brunekesky y los cumpleaños olvidados, no había tanta oferta. Los valores que trabajábamos allí están recogidos en un libro que es una guía sobre las virtudes para la familia patrocinada por la UNESCO. Allí se habla de todos los valores humanos en los que está basada la obra y la serie de Tele 5. Ensalzábamos el respeto, colaborar. El tener que unirte a alguien para conseguir “algo”. Puedes compartir y convivir en un espacio con alguien. En este caso, los personajes tienen que unirse para salvar al gran mago.
Ha participado aparte de Brunelesky en Círculo rojo, ¿Cree que hay sentido del riesgo en las series que se emiten?, ¿se llevan a cabo políticas de producción adecuadas?
A.G.: Yo he hecho dos series. Una de casting principal. Estoy muy agradecido a la directora de casting que me cogió y al equipo. Creo que sí se está arriesgando, dentro de lo que cabe. Creo que se podían hacer cosas más arriesgadas, y sobre todo apostar por gente nueva. A mi me encanta ver a los actores que trabajan en las series de televisión, pero también que se debe dar la oportunidad a otra gente.
¿Cree que siempre salen los mismos rostros en todas las series?
A.G.: ¡Qué bien y qué suerte para el actor! ¿Qué te voy a decir? A mi también me gustaría poder hacer un montón de personajes, ya no sólo en televisión, sino en cine. Porque me atraen. Porque me parece que tienen una historia conmovedora. Porque me parecen que están rodeados de unas circunstancias que me atraen. Doy las gracias por adelantado a todos los personajes que me vayan a dar en mi vida. Ojalá me caigan muchos.
Ha tenido la suerte de que ha hecho una obra infantil del que nace un programa. ¿Puede comparar los dos formatos?
A.G.: La diferencia que hay es el proceso de trabajo. La obra infantil la hicimos a raíz de la serie de televisión. Grabamos un disco de música. Uno de los jefes del programa nos preguntó si queríamos hacer un musical con las canciones que habíamos grabado. Nos pareció estupendo y así lo hicimos. Seis meses en el Teatro Arlequín y tres en el nuevo Alcalá. Para hacer la obra de teatro estuvimos ensayando un mes y medio con Antonia García. Y para hacer la serie de televisión, tú trabajas en casa: llevas tu trabajo y propuesta. Si le gusta al productor, te la compran. Entonces era un trabajo más rápido. De intuición. De lo que se está ocurre hacerlo, si le parece bien al director.
Además de Brunlesky, formó parte del elenco principal de Círculo rojo, una serie basado en el modelo de ficción estadounidense. ¿Qué cosas se deberían tomar y cuales rechazar de ese modelo?
A.G.: No lo sé porque series americanas no veo muchas. House la veo muy poco. De hecho House tiene algo bueno que se puede recoger: no necesitas seguir todos los capítulos para enterarte de la trama de uno solo. En cambio en Círculo rojo la serie te obligaba a estar muy atento a la pantalla para enterarte de lo que pasaba. Tenías que estar recogiendo información continuamente. Perdías un capítulo y te perdías la serie. Lo bueno que tiene esta serie americana es que puedes ver un capítulo sin haber visto el anterior. La apuesta de Círculo rojo fue muy arriesgada y para mi fue un triunfo estar trabajando con esos grandes actores, empezando por Emilio Gutierrez Caba y terminando por Jesús Noguero, y en medio Carmen Maura. Fue un placer estar allí.
Antena 3 cambió la serie de horario.
A.G.: Yo creo que eso lo sufre una serie cuando la programan en un horario raro, en un día que compite contra una serie de máxima audiencia que está triunfando desde hace dos años. Hay que tener claro que el tema que trataba Círculo rojo no era nada agradable. Estamos hablando de tres chicas violadas por seis hombres. Si fuera una señora de cincuenta años que llega a su casa y quiero cenar viendo la televisión y me encuentro a tres tías violadas por seis tios, seguramente cambiaría de canal.
Los últimos capítulos empezaron a despuntar en audiencia.
A.G.: De hecho casi terminamos con un 22% de share. Al final de la serie revivió. Yo la verdad es que me alegré mucho, pero yo no me quiero regir sólo por los shares. Quiero pensar que he hecho un trabajo correcto; que he aprendido un montón de los grandes actores con los que he trabajado (María Botto, María Adánez, Jorge Bosch, Marta Calvó, Carmen Maura, Jesús Noguero, Emilio Gutiérrez Caba entre otros) y eso es lo que me llevo.
Defina a Roberto, tu personaje que tiene una herencia familiar “fuerte”: un padre con un complejo de culpa (Carlos: Carlos Blanco) por haber violado a una mujer, cuya hija se convierte en la novia del papel que interpreta.
A.G.: Roberto es un chaval responsable, generoso que se lleva muy bien con su madre y con su padre hasta el momento en el que entra en esta historia; y de repente se empieza a dar cuenta de que las cosas que había visto de su padre y de su madre no son tan reales como el las creía. Es decir, durante la serie tiene un “darse cuenta” de cómo su familia no es lo que el había pensado.
En ese sentido, la madre de Roberto le dice a una de las mujeres violadas que “olvide el pasado”.
A.G.: Es muy frívolo. En el momento que mi madre me dice “no te voy a contar cosas que tu padre no te quiso contar” hay un secreto que les separa más. Roberto es un chico muy reprimido, con muchos problemas con las chicas. Es incapaz de acercarse a una chica y ligársela, porque ha estado muy marcado, muy protegido por sus padres. Roberto terminaba una clase para tomar otra de inglés, luego hacía otra cosa…
Otro personaje que interpretó, en Un cuadro a las brujas, tenía el mismo conflicto: un enfrentamiento generacional.
A.G.: Era un enfrentamiento de pensamiento y de acción con su padre. Porque su padre le prohíbe ver a su chica. El se marcha con ella. El padre era un déspota, católico, apostólico y romano.
A.G.: La katarsis del tomatazo es un espacio en el que el actor que nunca se haya subido a unas tablas pueda experimentar, y saber lo que es estar en un espectáculo. Aprende a colaborar, ayudar. Te ayuda a estar con otros, a convivir: a conocerte a ti mismo en un espacio como ese. Es un espacio para la creatividad. Lo bueno que tiene La katarsis es la libertad que te dan desde la dirección para que tu prepares lo que a ti te parezca.
Ha trabajado en la obra de teatro de “Brunelesky y los cumpleaños olvidados”. ¿Qué tipo de valores se promueven en esa clase de espectáculos?, ¿hay una buena oferta de teatro infantil?
A.G.: La oferta de ahora es bastante masiva para infantil. Igual hace un año y medio, cuando hicimos Brunekesky y los cumpleaños olvidados, no había tanta oferta. Los valores que trabajábamos allí están recogidos en un libro que es una guía sobre las virtudes para la familia patrocinada por la UNESCO. Allí se habla de todos los valores humanos en los que está basada la obra y la serie de Tele 5. Ensalzábamos el respeto, colaborar. El tener que unirte a alguien para conseguir “algo”. Puedes compartir y convivir en un espacio con alguien. En este caso, los personajes tienen que unirse para salvar al gran mago.
Ha participado aparte de Brunelesky en Círculo rojo, ¿Cree que hay sentido del riesgo en las series que se emiten?, ¿se llevan a cabo políticas de producción adecuadas?
A.G.: Yo he hecho dos series. Una de casting principal. Estoy muy agradecido a la directora de casting que me cogió y al equipo. Creo que sí se está arriesgando, dentro de lo que cabe. Creo que se podían hacer cosas más arriesgadas, y sobre todo apostar por gente nueva. A mi me encanta ver a los actores que trabajan en las series de televisión, pero también que se debe dar la oportunidad a otra gente.
¿Cree que siempre salen los mismos rostros en todas las series?
A.G.: ¡Qué bien y qué suerte para el actor! ¿Qué te voy a decir? A mi también me gustaría poder hacer un montón de personajes, ya no sólo en televisión, sino en cine. Porque me atraen. Porque me parece que tienen una historia conmovedora. Porque me parecen que están rodeados de unas circunstancias que me atraen. Doy las gracias por adelantado a todos los personajes que me vayan a dar en mi vida. Ojalá me caigan muchos.
Ha tenido la suerte de que ha hecho una obra infantil del que nace un programa. ¿Puede comparar los dos formatos?
A.G.: La diferencia que hay es el proceso de trabajo. La obra infantil la hicimos a raíz de la serie de televisión. Grabamos un disco de música. Uno de los jefes del programa nos preguntó si queríamos hacer un musical con las canciones que habíamos grabado. Nos pareció estupendo y así lo hicimos. Seis meses en el Teatro Arlequín y tres en el nuevo Alcalá. Para hacer la obra de teatro estuvimos ensayando un mes y medio con Antonia García. Y para hacer la serie de televisión, tú trabajas en casa: llevas tu trabajo y propuesta. Si le gusta al productor, te la compran. Entonces era un trabajo más rápido. De intuición. De lo que se está ocurre hacerlo, si le parece bien al director.
Además de Brunlesky, formó parte del elenco principal de Círculo rojo, una serie basado en el modelo de ficción estadounidense. ¿Qué cosas se deberían tomar y cuales rechazar de ese modelo?
A.G.: No lo sé porque series americanas no veo muchas. House la veo muy poco. De hecho House tiene algo bueno que se puede recoger: no necesitas seguir todos los capítulos para enterarte de la trama de uno solo. En cambio en Círculo rojo la serie te obligaba a estar muy atento a la pantalla para enterarte de lo que pasaba. Tenías que estar recogiendo información continuamente. Perdías un capítulo y te perdías la serie. Lo bueno que tiene esta serie americana es que puedes ver un capítulo sin haber visto el anterior. La apuesta de Círculo rojo fue muy arriesgada y para mi fue un triunfo estar trabajando con esos grandes actores, empezando por Emilio Gutierrez Caba y terminando por Jesús Noguero, y en medio Carmen Maura. Fue un placer estar allí.
Antena 3 cambió la serie de horario.
A.G.: Yo creo que eso lo sufre una serie cuando la programan en un horario raro, en un día que compite contra una serie de máxima audiencia que está triunfando desde hace dos años. Hay que tener claro que el tema que trataba Círculo rojo no era nada agradable. Estamos hablando de tres chicas violadas por seis hombres. Si fuera una señora de cincuenta años que llega a su casa y quiero cenar viendo la televisión y me encuentro a tres tías violadas por seis tios, seguramente cambiaría de canal.
Los últimos capítulos empezaron a despuntar en audiencia.
A.G.: De hecho casi terminamos con un 22% de share. Al final de la serie revivió. Yo la verdad es que me alegré mucho, pero yo no me quiero regir sólo por los shares. Quiero pensar que he hecho un trabajo correcto; que he aprendido un montón de los grandes actores con los que he trabajado (María Botto, María Adánez, Jorge Bosch, Marta Calvó, Carmen Maura, Jesús Noguero, Emilio Gutiérrez Caba entre otros) y eso es lo que me llevo.
Defina a Roberto, tu personaje que tiene una herencia familiar “fuerte”: un padre con un complejo de culpa (Carlos: Carlos Blanco) por haber violado a una mujer, cuya hija se convierte en la novia del papel que interpreta.
A.G.: Roberto es un chaval responsable, generoso que se lleva muy bien con su madre y con su padre hasta el momento en el que entra en esta historia; y de repente se empieza a dar cuenta de que las cosas que había visto de su padre y de su madre no son tan reales como el las creía. Es decir, durante la serie tiene un “darse cuenta” de cómo su familia no es lo que el había pensado.
En ese sentido, la madre de Roberto le dice a una de las mujeres violadas que “olvide el pasado”.
A.G.: Es muy frívolo. En el momento que mi madre me dice “no te voy a contar cosas que tu padre no te quiso contar” hay un secreto que les separa más. Roberto es un chico muy reprimido, con muchos problemas con las chicas. Es incapaz de acercarse a una chica y ligársela, porque ha estado muy marcado, muy protegido por sus padres. Roberto terminaba una clase para tomar otra de inglés, luego hacía otra cosa…
Otro personaje que interpretó, en Un cuadro a las brujas, tenía el mismo conflicto: un enfrentamiento generacional.
A.G.: Era un enfrentamiento de pensamiento y de acción con su padre. Porque su padre le prohíbe ver a su chica. El se marcha con ella. El padre era un déspota, católico, apostólico y romano.
Un cuadro a las brujas es sólo un exponente más de tu trayectoria como actor en el mundo de largometraje, y que desarrollas en un momento en el cual la democratización del lenguaje audiovisual no es tal si se considera que la Academias de las Artes y Ciencias Cinematográficas pretende suprimir el Goya al mejor cortometraje, y luego restringir esa categoría a títulos con una determinada duración y formato.
A.G.: Yo creo que en España hay un problema: hablamos mucho de libertad y luego damos poca. Eso se puede aplicar a cualquier ámbito cinematográfico, teatral… Qué te voy a decir. Me parece (el asunto referente a ese Premio Goya) mal. Un cortometraje cara al exterior igual cara al exterior no tiene importancia. Pero para mí, como actor que soy, tiene la misma revelancia: trabajo igual. No sabes quién te puede ver. ¿Y por qué me voy a privar yo de disfrutar de un personaje esté en un corto o en un largo? Si me presentan un personaje y un corto con una historia conmovedora, con talento en la dirección; con un personaje que se convierte en un reto, ese personaje lo voy hacer porque me está llegando. Lo que ha hecho la academia del cine es quitar importancia a algo que es la cuna de los nuevos cineastas. Se trata de permitir a gente que no tiene la posibilidad de acceder a esas cantidades de euros brutales que se necesitan para hacer una película Igual para la gente no tiene tanta importancia, pero para mi un cortometraje puede ser mejor que un largometraje porque anda que no hay malos largometrajes . Todo el mundo tenemos que tener las mismas oportunidades; ser justos y premiar los buenos trabajos estén hechos en grande o pequeño formato.
Presente los dos últimos cortos que has hecho, El embaucador y Dunder- Büchse.
A.G.: Dunde-.Büchse es un corto de Isaac Berrokal que cuenta la historia de un chico de 24 años al que le pilla el final de la guerra civil en un pueblo con su padre. Vive en una situación horrorosa que le destroza la vida. Emocionalmente es muy duro el corto y yo disfruté mucho del dolor del personaje.
El embaucador también está ambientado en el primer franquismo.
A.G.: Este corto está ambientado en 1940. Desde que terminó la guerra en 1939 hubo gente que decidió marcharse de España y exiliarse. El embaucador cuenta la historia de cuatro personajes, cuatro “rojos”, que se quedan en España trabajando en el bando fascista. De repente, alguien los reúne en una coctelería y les oferta algo, que ellos escogerán o no. El trailer pinta bastante bien. Tiene una ambientación estupenda. Está bastante cuidado.
Trabaja en cortos, teatro, series en un país en el que el respeto al patrimonio histórico cultural va de mal en peor. ¿Qué opina al respecto?
A.G.: El patrimonio histórico como bien dice las palabras se debe salvaguardar; se debe tener respeto a las grandes figuras de la cultura. Y sobre todo no quitar más espacio para el arte. Estoy hablando de Madrid en concreto. Se debería “curar” esa lacra. Desde aquí le doy las gracias a todo el mundo por salvarlo. En vez de quitar, tenemos que crear.
Creamos nuevas macrosuperficies.
A.G.: Ya hay bastantes macrosuperficies. En España hay mucha creatividad, pero muy poco espacio para ponerla en práctica. Que no se haga Gallardón el ayuntamiento donde estaba Correos.
En tu currículo destaca el compromiso con ONG y fundaciones sociales. ¿Hasta qué punto una ONG debe responsabilizarse de competencias propias del estado?
A.G.: Yo creo que se trata de cooperar. Me parece más interesante hacerlo entre unos y otros, más que dejarlo todo en manos del gobierno o de la ONG. De hecho me parece estupendo que fuera del gran centro de actividades gubernamental se pueda colaborar con diferentes organizaciones para poder llegar a una buena convivencia.
¿Cuándo empezó a colaborar con la Fundación Yehudi Menuhin?
A.G.: Con la fundación Yehudi Menuhin empecé a colaborar hace tres o cuatro años. Voy alternando un poco porque durante (el rodaje de) Círculo rojo tuve que dejar las clases: me coincidían los rodajes con las clases y me parecía que tampoco podía abandonar a mitad una labor para con los niños. No podía dejarlos de lado. Me parece más interesante que el curso lo haga una persona que vaya a estar ahí y que los niños sepan que esa persona está allí para ellos, para interactuar y enseñarles cosas… Que ellos sepan que tu estás allí, y no que un día vayas y otro no porque eso les vuelve locos.
Ahora ha organizado unas Olimpiadas cívicas.
A.G.: Las empecé ayer. Como ahora estoy más tranquilo actoralmente hablando –y espero no estarlo tanto en breve- pues empecé las clases en un colegio en Madrid. Cada trimestre trabajamos unos valores. El pasado trabajamos el respeto. Este he organizado unas olimpiadas muse. Es un programa basado en integrar a los niños con situaciones familiares “fuertes” o que quedan excluidos del grupo. Plantee unas olimpiadas con valores: se va a dar una medalla al niño que más colabore, que más respete (con los compañeros, con el mismo, con el espacio); que ayude a sus compañeros… Hay algo importante en los colegios que debe dejar de pasar: es señalar “el fallo”. Es más importante cuando estamos trabajando con un grupo de niños que a uno le ayuden los compañeros; que a que digan “eso no es así”, “esto no lo tienes que hacer”, “te estás equivocando”…. Hay que apoyar "el sí," y dejar "el no" un poco de lado.
¿Proyectos inmediatos?
A.G.: Continúo moviéndome por este mar de la interpretación, que tiene bastante marejada. Estoy preparando una obra de teatro. Tengo proyectos, pero no puedo hablar nada.
Agustín se despide sonriente. Prosigue su carrera como actor y al mismo tiempo hace gala de un compromiso cívico admirable. El arte y la solidaridad no están reñidos para él, y de hecho apuesta por su compatibilidad para lograr fines a veces tan elevados como la integración de diversos niños, el espíritu de cooperación, o la educación ciudadana a través del arte. Instrumentos que dotan de sentido su preservación.
A.G.: Yo creo que en España hay un problema: hablamos mucho de libertad y luego damos poca. Eso se puede aplicar a cualquier ámbito cinematográfico, teatral… Qué te voy a decir. Me parece (el asunto referente a ese Premio Goya) mal. Un cortometraje cara al exterior igual cara al exterior no tiene importancia. Pero para mí, como actor que soy, tiene la misma revelancia: trabajo igual. No sabes quién te puede ver. ¿Y por qué me voy a privar yo de disfrutar de un personaje esté en un corto o en un largo? Si me presentan un personaje y un corto con una historia conmovedora, con talento en la dirección; con un personaje que se convierte en un reto, ese personaje lo voy hacer porque me está llegando. Lo que ha hecho la academia del cine es quitar importancia a algo que es la cuna de los nuevos cineastas. Se trata de permitir a gente que no tiene la posibilidad de acceder a esas cantidades de euros brutales que se necesitan para hacer una película Igual para la gente no tiene tanta importancia, pero para mi un cortometraje puede ser mejor que un largometraje porque anda que no hay malos largometrajes . Todo el mundo tenemos que tener las mismas oportunidades; ser justos y premiar los buenos trabajos estén hechos en grande o pequeño formato.
Presente los dos últimos cortos que has hecho, El embaucador y Dunder- Büchse.
A.G.: Dunde-.Büchse es un corto de Isaac Berrokal que cuenta la historia de un chico de 24 años al que le pilla el final de la guerra civil en un pueblo con su padre. Vive en una situación horrorosa que le destroza la vida. Emocionalmente es muy duro el corto y yo disfruté mucho del dolor del personaje.
El embaucador también está ambientado en el primer franquismo.
A.G.: Este corto está ambientado en 1940. Desde que terminó la guerra en 1939 hubo gente que decidió marcharse de España y exiliarse. El embaucador cuenta la historia de cuatro personajes, cuatro “rojos”, que se quedan en España trabajando en el bando fascista. De repente, alguien los reúne en una coctelería y les oferta algo, que ellos escogerán o no. El trailer pinta bastante bien. Tiene una ambientación estupenda. Está bastante cuidado.
Trabaja en cortos, teatro, series en un país en el que el respeto al patrimonio histórico cultural va de mal en peor. ¿Qué opina al respecto?
A.G.: El patrimonio histórico como bien dice las palabras se debe salvaguardar; se debe tener respeto a las grandes figuras de la cultura. Y sobre todo no quitar más espacio para el arte. Estoy hablando de Madrid en concreto. Se debería “curar” esa lacra. Desde aquí le doy las gracias a todo el mundo por salvarlo. En vez de quitar, tenemos que crear.
Creamos nuevas macrosuperficies.
A.G.: Ya hay bastantes macrosuperficies. En España hay mucha creatividad, pero muy poco espacio para ponerla en práctica. Que no se haga Gallardón el ayuntamiento donde estaba Correos.
En tu currículo destaca el compromiso con ONG y fundaciones sociales. ¿Hasta qué punto una ONG debe responsabilizarse de competencias propias del estado?
A.G.: Yo creo que se trata de cooperar. Me parece más interesante hacerlo entre unos y otros, más que dejarlo todo en manos del gobierno o de la ONG. De hecho me parece estupendo que fuera del gran centro de actividades gubernamental se pueda colaborar con diferentes organizaciones para poder llegar a una buena convivencia.
¿Cuándo empezó a colaborar con la Fundación Yehudi Menuhin?
A.G.: Con la fundación Yehudi Menuhin empecé a colaborar hace tres o cuatro años. Voy alternando un poco porque durante (el rodaje de) Círculo rojo tuve que dejar las clases: me coincidían los rodajes con las clases y me parecía que tampoco podía abandonar a mitad una labor para con los niños. No podía dejarlos de lado. Me parece más interesante que el curso lo haga una persona que vaya a estar ahí y que los niños sepan que esa persona está allí para ellos, para interactuar y enseñarles cosas… Que ellos sepan que tu estás allí, y no que un día vayas y otro no porque eso les vuelve locos.
Ahora ha organizado unas Olimpiadas cívicas.
A.G.: Las empecé ayer. Como ahora estoy más tranquilo actoralmente hablando –y espero no estarlo tanto en breve- pues empecé las clases en un colegio en Madrid. Cada trimestre trabajamos unos valores. El pasado trabajamos el respeto. Este he organizado unas olimpiadas muse. Es un programa basado en integrar a los niños con situaciones familiares “fuertes” o que quedan excluidos del grupo. Plantee unas olimpiadas con valores: se va a dar una medalla al niño que más colabore, que más respete (con los compañeros, con el mismo, con el espacio); que ayude a sus compañeros… Hay algo importante en los colegios que debe dejar de pasar: es señalar “el fallo”. Es más importante cuando estamos trabajando con un grupo de niños que a uno le ayuden los compañeros; que a que digan “eso no es así”, “esto no lo tienes que hacer”, “te estás equivocando”…. Hay que apoyar "el sí," y dejar "el no" un poco de lado.
¿Proyectos inmediatos?
A.G.: Continúo moviéndome por este mar de la interpretación, que tiene bastante marejada. Estoy preparando una obra de teatro. Tengo proyectos, pero no puedo hablar nada.
Agustín se despide sonriente. Prosigue su carrera como actor y al mismo tiempo hace gala de un compromiso cívico admirable. El arte y la solidaridad no están reñidos para él, y de hecho apuesta por su compatibilidad para lograr fines a veces tan elevados como la integración de diversos niños, el espíritu de cooperación, o la educación ciudadana a través del arte. Instrumentos que dotan de sentido su preservación.
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