domingo, 25 de noviembre de 2007

Spiderman 3

SPIDERMAN 3
El reverso oscuro de la fuerza
Por Alejandro Cabranes Rubio

Varios apuntes de guión de Spiderman 3 podían haberla convertido en la mejor película de una franquicia. Varios momentos brillantes de realización también podrían hacer de ella la aproximación más personal de Sam Raimi en torno al cómic creado por Stan Lee: Raimi, que ha dado lo mejor de sí mismo retratando a seres humanos mediocres en Un plan sencillo y Premonición, ha arrojado una mirada nada benévola sobre el superhéroe que en principio, dentro de las limitaciones de un filme que ha de ajustarse a patrones más o menos mecánicos, podrían haber situado a Spiderman 3 por encima de sus antecesoras. Más la realidad es más bien otra: hay en ella tantos aciertos como errores. Dicho en otras palabras, Spiderman 3 es más apasionada en propósitos que Spiderman 2, pero menos armoniosa que su predecesora, que con todos sus defectos arrojaba un saldo superior.
¿Qué ha fallado esta ocasión? Quizás para poder explicar un poco mi relativa decepción estaría bien empezar por hablar de las cualidades del filme. En primer lugar ese retrato implacable sobre Peter Parker (Tobey Maguire), el fotógrafo al que le picó una araña que le otorgó ciertos poderes para atrapar a bastantes criminales con sus telarañas. Para Sam Raimi y sus guionistas (Alvin Sargent e Ivan Raimi), Peter Parker no es más que un engreído, encantado de conocerse y promocionarse; que desatiende a su novia (la actriz Mary Jane Watson: Kirsten Dunt); un ser expeditivo, y que por si fuera poco se comporta como un joven reprimido que si antes no hacía valer sus derechos no era por su bondad natural sino su incapacidad física: alguien tan mezquino que es capaz de arrojar un explosivo en la misma cara de su mejor amigo (Harry: James Franco). Éste tampoco se libra de defectos: sólo aspira a vengarse de Peter porque lo culpabiliza de la muerte de su padre, Norman (Willem Dafoe); pero al final aprende a perdonar. De la misma manera que los personajes que en teoría están diseñados para que se empatice con ellos terminen mostrando su cara más amarga, como si fuera –y tal como había señalado el propio Sam Raimi- el Annakyn Skywalker de La guerra de las galaxias; el principal malvado la función, Flint Marko (un extraordinario Thomas Haden Church), en realidad sólo es un ladrón que sólo quiere salvar la vida de su hija y cuyos asesinatos son producto de desgraciadas coyunturas. El hecho de que su mujer esté interpretada por Theressa Russel, la viuda negra, dice mucho sobre el enfoque que los hermanos Raimi han querido imprimir a Spiderman 3; incluyendo un mensaje antifascista, que tampoco sorprende demasiado considerando que Alvin Sargent (ganador del Oscar por Julia) firma el guión junto con ellos. Su mirada es ambigua y en principio muy poco complaciente.

En consecuencia, la puesta en escena sabe sacar provecho a todas las situaciones, las cuales siempre presentan dos caras. Resulta sintomático al respecto el inicio del filme. Mary Jane interpreta en Broadway “Historias de Nueva York”. Peter entre el público la mira encandilado. Por fin se ha aceptado así mismo. De repente, una magnífica panorámica relaciona el rostro complacido del protagonista con el de Harry, quien contempla la función desde un palco. Más adelante, Mary Jane y Peter reposan en una telaraña, descansando: la cámara los abandona y se sitúa justo en el otro extremo de la telaraña, indicando que hay algo turbio en el ambiente. Cuando Mary Jane recibe una mala crítica, Raimi encuadra a los dos protagonistas abrazados, pero una panorámica muestra una araña negra: su relación está tocada porque el lado más oscuro de Peter empieza a salir a la luz. Más tarde, Mary Jane es despedida y cuando sale a la calle –enfrente del Teatro Helen Hayes- oye unos aplausos que la reaniman: sin embargo un plano más tarde comprende que van dirigidos a Spiderman (su novio) y por si fuera poco Mary Jane ya ve el nombre de su sustituta colocado en la marquesina del teatro. Su proceso de humillación –francamente excesivo sobre el papel de la misma manera que la concatenación de desgracias que padecía Peter en la segunda parte constituía la principal rémora de la anterior película- culmina cuando el alcalde otorga las llaves de la ciudad a su novio y este besa a la hija de un capitán de policia (Gwen Stacey: Byerce Dallas Howard). Cuando Peter le iba a pedir en matrimonio, ella abandona el local donde se encontraba: en ese momento irrumpe la orquesta que él había contratado y Peter se ve obligado a sacar de una copa –con ayuda de un tenedor- el anillo que había comprado. Incluso su ruptura definitiva está contemplada por Raimi con ese mismo estilo: un plano general relaciona el fin del romance con el gesto de Harry complacido… Anteriormente Mary Jane había buscado consuelo en este y tras pasar una tarde agradable, se da cuenta de que ha cometido un gran error…

Ese leit motiv visual y narrativo destaca particularmente en dos momentos de la película. Unas palabras para cada uno de ellos. Peter va con Gween a un café teatro para pavonearse ante Mary Jane, quien al ver a su ex bailando Fever queda consternada por cómo ha cambiado: Raimi enfoca y desenfoca al personaje en consonancia a esa visión “borrosa”. La segunda tiene lugar en una iglesia en la cual tiene lugar la redención de Peter, que se desprende de sus demonios internos: el realizador la dota de un sabor atmosférico que no sólo logra esquivar cualquier dulcificación de la historia, sino que incluso conecta con su lado más áspero: otro fotógrafo, Vernon (Topher Grace), recibe en herencia el legado más negativo de Peter. Ninguna redención es posible sin que otra persona enturbie su alma… Reflexión que no queda malograda ni por el hecho de que la personalidad agresiva de Vernon (alguien que con tal de trepar es capaz de falsificar fotos, pero también es víctima de varias humillaciones) no esté lo suficientemente desarrollada, a pesar de la notable labor interpretativa de Topher Grace, quien con sus gestos y miradas ejerce de contrapunto a la de Tobey Maguire.

Ahí otra clave de la película: de la misma manera que la semejanza física e interpretativa entre Maguire y Grace acentúa el hecho de que el personaje del segundo es en realidad un espejo en el cual se mira el primero; Spiderman 3 se mira en Spiderman 2 y devuelve una imagen más oscura de la saga. El mero hecho de que Mary Jane sufra el mismo proceso de humillación que Peter en la segunda parte supone toda una declaración de intenciones: ambos procesos se dilatan en demasía para desgracia de ambas películas, pero en esta ocasión hay un lastre más: a pesar de esa visita a Harry, Mary Jane es un personaje de una sola pieza, algo que no ocurría con Peter en la segunda parte. Dejando de momento a un lado esa apreciación, hay varias secuencias de Spiderman 3 que están concebidas como una réplica a otras similares de Spiderman 2. En las dos un fundido en negro marca el final de una etapa vital de Peter: si en Spiderman 2 expresaba su renuncia; en Spiderman 3 el fundido subraya el hecho de que a partir de ahora actuará sin inhibiciones, mostrando el lado menos amable de su personalidad. En ambas películas Peter acude al teatro para ver a Mary Jane: en la primera llegaba tarde a la función; en la segunda se sienta en el patio de butacas como un orgulloso novio, sin que por ello ese gesto indique que “todo va bien”. En los dos filmes Peter llama por teléfono a Mary Jane cuando los dos toman una prudente distancia emocional el uno del otro: en Spiderman 2 esa llamada era filmada con una steady camp que insinuaba el desasosiego del protagonista; en esta ocasión por el contrario la cámara permanece fija. En Spiderman 2 Peter Parker volvía a la universidad con la grata sensación de haber abandonado a Spiderman a sones de Raindrops falling on my Head. En esta ocasión recorre las calles de Nueva York bailando una canción discotequera: ni que decir tiene que Tobey Maguire está particularmente bien en esa escena, moviéndose con una notable chulería. De ahí, insisto, que el enfoque de Spiderman 3 resulte más perverso e interesante que el de Spiderman 2.
De ahí también que parezca chocante sus desequilibrios: sus secuencias de acción –por lo demás excelentemente filmadas- son una concesión a la galería por su dilatada ejecución, que no por su concepción (las peleas entre Harry y Peter están muy bien diseñadas; y el ataque en el cual se queda desfigurado el rostro del primero está filmado en un escueto plano frontal por Raimi, cuyo carácter abrupto y seco proporciona a la secuencia una sordidez muy acorde con lo que se narra), más en la mayoría de las ocasiones su resolución tarda demasiado en llegar. Si a ello le sumamos que a veces el dibujo de personajes peca de obvio (la frase que espeta Harry a una camarera quizás sea el mejor ejemplo); que sus líneas argumentales tardan demasiado en converger provocando notables destrozos en la estructura del filme; y el poco provecho que se saca de Vernon o Gween hacen pensar hasta qué punto el entusiasmo de Iván Raimi ante determinadas ideas ha hecho descuidar el conjunto; hasta qué punto los hermanos Raimi han desplazado en el guión al más experimentado Sargent, quien a pesar de algún desliz como A cualquier otro lugar, ya tiene años suficientes de oficio como para depurar el libreto final; al que le falta por ejemplo el contrapunto adulto que le proporcionaba la maravillosa Rosemary Harris en la segunda parte, y cuyas escasas apariciones en esta ocasión saben a poco.

Pese a todo, Spiderman 3 es una película bien filmada, que brilla a gran altura en determinadas secuencias (cf. el plano que relaciona a un convaleciente Harry con Flint transformado en hombre de arena y que hacen pensar que esos granitos de arena en realidad forman parte de la masa encefálica del primero; las secuencias de Flint con su familia, ejecutadas con concisión); y cuenta con un final mucho más melancólico y menos feliz de lo esperado: Mary Jane y Peter bailando I never fall in love again.

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