viernes, 7 de diciembre de 2007

Barcelona, mapa de sombras

BARCELONA, MAPA DE SOMBRAS
A sones de Puccini
Por Alejandro Cabranes Rubio

Reestrenada en 2006 el Teatro Valle Inclán de Madrid en la sala Francisco Nieva, Barcelona, mapa de sombras tiene la cualidad de impregnar un determinado estado de ánimo al espectador antes de que se inicie la función. La ubicación del escenario en el centro de la sala, la distribución en cuatro lados de las filas de asientos, la presencia de cuatro puertas para acceder a las tablas y la disposición de objetos al lado de las butacas confieren un halo de intimidad muy poco frecuentes en la cartelera teatral. Al iniciarse la función el tono se mantiene en parte por la propia estructura de una obra constituida en duetos, y que respeta la unidad de tiempo y espacio.

La realizadora Laila Ripoll sobre el texto de Lluisa Cunillé explora el otro lado de Barcelona a través de unos personajes solitarios, abandonados, portadores de un terrible pasado; jugadores de segunda división que llegan incluso a preguntarse si la Sagrada Familia les aprecia… Barcelona, mapa de sombras va tejiendo un puzzle cuyas piezas al unirse conforman un mosaico de seres ahogados por culpa de sus carencias afectivas, sumergidos en sus recuerdos, sin un lugar fijo de residencia y que en su indefensión sólo aspiran a ser amamantados… El resplandor del Liceo y el brillo que proporcionó los Juegos Olímpicos a la capital catalana nos dicen sus responsables ocultan las sombras en pena de una parte de sus ciudadanos, desplazados de su posición en el mundo, incrédulos ante la llegada de los especuladores contra los cuales Joaquin Jordà arremetió en su implacable documental De Nens… El fuego que el protagonista enciende con su mirada se erige en una metáfora de las llamas que los consumen, calcinando su vida. Las referencias históricas (cf. la Semana Trágica, la toma de Barcelona) profundizan el lado trágico de una historia cuyos personajes escuchan en la radio, no casualmente, La boheme de Puccini. Como los bohemios de la ópera llevan una existencia humilde, en la que se ha de renunciar cualquier capricho para poder celebrar la llegada de la navidad; y en la que en nombre de los sentimientos más hermosos como el amor las personas terminan esclavizándose… Como la Mimi de la obra, los personajes de Barcelona, mapa de sombras enferman, agonizan sabedoras que sus Rodolfos particulares les huyen… Sólo el disfraz, la mentira, puede posibilitar un futuro mejor…porque al fin y al cabo todos hemos querido ser otros.

Con mimbres temáticos tan delicados, una graduación dramática muy medida (su manera de proporcionar información al espectador es ejemplar), Barcelona, mapa de sombras no termina de ir más allá de lo que promete quizás por el extremado pudor con la que está concebida, llegando a alargar algunas situaciones más allá de lo necesario, restando cierta intensidad… A pesar de ello sus resultados son apreciables por su sencilla, pero estimable coreografía con el uso giratorio del decorado y sobre todo por el admirable grupo de intérpretes. Walter Vidarte transmite su inmenso dolor físico con su convicción habitual. Montserrat Carulla conjuga muy bien el lado maternal de su personaje con su pragmatismo. María José Alfonso evoca maravillosamente épocas mejores. Gustavo Salmerón –recogiendo el testigo de Roberto Enríquez- en su sutil composición simboliza al desaliento de la juventud. Nicolás Dueñas proyecta cierta elegancia tras la cual sólo queda una vida solitaria. Y de esta manera el ambiente que tan mimosamente queda recreado en el escenario encuentra unas voces y rostros a los que apenas les queda esperar la hora de la muerte

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