lunes, 19 de febrero de 2007

EL MUSEO DEL PRADO ABRE SUS PUERTAS A TINTORETTO



Desde el día 20 de enero hasta el 13 de mayo el Museo del Prado abre sus puertas a una exposición que repasa la obra de Jacopo Tintoretto (1518-1594), setenta años después de que el Palazzo Pesaro de Venecia le rindiera una retrospectiva. La colección consta de setenta cuadros que quedan distribuidos en varias secciones: A) Los inicios, b) Los años decisivos (1547-1555), c) Los grandes ciclos pictóricos (1555-1575), d) Los últimos años (1575-1594).

La primera de ellas sintetiza su trayectoria como aprendiz, posiblemente de Bonifacio de Pitati. De la etapa se aprecia el interés por darle dinamismo en las composiciones. Entre estas destaca Jesús entre los doctores, cuya concepción del espacio se inspira en La escuela de Atenas, y en el que trabaja la torsión del cuerpo. En ella la figura de Jesús, en último término, queda empequeñecida por la de los doctores. Ese naturalismo expresivo le lleva a desmitificar los elementos de la mitología en Apolo y Marsias; y Venus, Vulcano y Marte; en el que el díos de la guerra se esconde debajo de la cama para no ser descubierto frente a su esposa. Entre los restos de la serie cabe mencionar La conversión de San Pablo.

La segunda sección resume la época en la cual Tintoretto se consagra con El milagro del esclavo y empieza a aceptar múltiples encargos. Entre ellos figura El lavatorio –en la que Jesús se seca con una toalla blanca y que destaca por la amplitud del espacio y su trabajo de iluminación-, La última cena, San Agustín curando a los tullidos, y San Jorge y el dragón.

Los grandes ciclos pictóricos procura ofrecer una visión del trabajo del pintor a su regreso a Venecia en 1555, después de pasar una temporada en Augsburgo. Susana y los viejos, recreación del tema bíblico, ocupa un lugar especial a la sala, ya que el cuadro equipara a Susana con Venus.

Los últimos años de Tintoretto vienen a coincidir con un periodo histórico de la historia del arte marcado por el vacío dejado por la muerte de Tiziano, al cual el artista se intenta acercar con obras como El origen de la vía láctea. De la etapa destacan El rapto de Helena –representado como si fuese la Batalla de Lepanto-, La adoración a los pastores y El entierro de Cristo.

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